
Al enterarme de
una película con eje en la política universitaria y cuyo principal escenario
era mi propia Facultad, me abstuve de leer comentarios de la critica
especializada que pudieran sesgar mi mirada sobre el film, e intente reiteradas
veces asistir a su proyección ante la singular sorpresa de encontrarme con la
taquilla completamente agotada. Evidentemente otro hallazgo de la película es
montarse sobre una temática que garantiza un nicho de mercado cautivo tan
extenso como la matricula de la Facultad de sociales y aledañas... Ya algo
tardíamente di con mi función y constate como mis expectativas se iban
desmoronando.
La cinta no es
sobre la militancia, tema tan mentado por estos extraños y afortunados días que
nos tocan vivir, sino sobre las afiebradas fantasías a las que el cualunquismo
mediopelaje trata de reacomodarse desde el naufragio de la vulgata antipolítica
pre 2001 que alimento la épica del “que se vallan todos”. En tiempos en los que
militancia y compromiso ya han dejado de ser palabras
pronunciadas con pudor para reinscribirse en una dinámica de recuperación de la
política como herramienta de transformación, la película podría, legítimamente,
interrogarse por: El grado de alienación que la practica militante genera. La
subcultura y los microclimas que en los colectivos políticos se producen. Los
limites éticos en las estrategias de posicionamiento, acumulación y disputa de
poder. La paulatina y quizá conflictiva instrumentalización de las relaciones
interpersonales para finalidades políticas... En lugar de esto el relato se
limita a hacer una aproximación, no sin bastante mala leche, sobre lo que se
sospecha que en definitiva la política encubre. Ilustra y ratifica de modo más
o menos ágil y llevadero que A) La política es el mundo de los negocios y la
traición B) En la universidad los militantes no estudian. C) Se ingresa a la
militancia universitaria para garchar. Es decir que tematiza afirmativamente
todos y cada uno de los lugares comunes del mas anquilosado repertorio del
sentido común doñarosista.
Decia Santiago
Mitre, su realizador, en Tiempo Argentino “Es un relato básico bastante
universal: la historia de alguien que llega a un lugar que desconoce, entra en
contacto con una serie de reglas que va aprendiendo y va ascendiendo en esa
estructura, hasta verse enfrentado a una decisión final (…) Hace poco
escribieron en un medio norteamericano que el protagonista era “una especie de
Anakin Skywalker universitario”. Claro, los gringos que se fascinan con “la
participación política en la universidad” que no se centra en partuzas defraternities
conocen bastante de cerca como se estructura un relato etnocéntrico. El
dispositivo de enunciación introduce a la audiencia en los universos a los que
se intentas abrevar a través de la figura de un outsider. Así es como Hooliwood
narra El Salvador o Panama, con un periodista yanqui llegando pa
ver que pasa y que finalmente termina protagonizando el proceso. Del mismo modo
que Okupas en estas latitudes nos introducía en el submundo de la exclusión en
la figura de Rodrigo de la Serna, un joven palermitano emprendiendo una
aventura marginal. En Tumberos teníamos un abogaducho de clase media que de
pronto descubría los horrores de la cárcel. El mecanismo es descubrir este
universo novedoso a través de la empatia con el protagonista. Aquí Roque es un
joven del interior que llega para estudiar, se aloja en una pensión, se enamora
de una profesora y zas! Esta lo convierte en un temerario operador político, no
necesariamente en un militante…
Curiosamente, y
a pesar de su proximidad fonética, poca gente repara en la familiaridad entre
la palabra militancia y milicia. Esta disociación es entendible en un país como
el nuestro en el que la vinculación entre las FF AA y la vida política del
mismo ha sido aborrecible. Sin embargo el termino latino miles que luego
es retomado para la practica política moderna, originalmente designa justamente
eso, un ejercito. La militancia no es otra cosa que la organización
(etimológicamente: en línea o en fila) a través de la cual se
confronta. ¿A que voy con esta digresión? Si bien hoy en día, neoliberalismo
mediante, han proliferado discursos postmodernos que hablan de “militantes de
la vida” para designar a librepensadores bien intencionados que pueden ser
propaladores de ideología sin que esto cristalice necesariamente en ningún tipo
de organización colectiva. Así, el presupuesto sobre la militancia es que esta
se ejerce necesariamente en una organización o colectivo desde el cual se
apuntala un proyecto político. En la película sinembargo, la política es
retratada como una carrera individual en el ceno de una “comunidad de
intereses”, en la que la traición parece la única regla invariante. Esta tesis
que motoriza toda la historia es de una ingenuidad pasmosa, no por que en el
mundo político no sea también, como acaso en buena parte del mundo que
habitamos, sitio de individualismo y mezquindades. Sino por que la acumulación
y ejercicio de la política implica necesariamente la movilización de fuerzas
sociales que solo pueden generarse mediante la articulación de la organización
colectiva. Es decir se ejerce mediante agrupamientos humanos, que en ningún
caso resistirían el constate trafico de prebendas personales (como los que en
el film se retratan) sino que en todo caso las “traiciones” o acuerdos (siempre
“frágiles y coyunturales”) se establecen entre agrupamientos y facciones con un
sentido acaso mas estratégico. Hacer eje, por ejemplo, en la supuesta traición
de un dirigente que se pasa a otra agrupación es a las claras no entender como
funciona la acumulación política en el claustro estudiantil, que lejos de
apreciar candidaturas se da el lujo de votar agrupaciones cual si fueran sendos
desarrollos de brandig corporativo. Es en esta situación nebulosa y
difícilmente filmografiable, donde la película pierde toda su veracidad, por lo
menos para quienes conocemos de cerca la dinámica política institucional de la
universidad.
Pero en tren de
este mismo recorte (Roque es retratado casi exclusivamente rosqueando y
garchando) es que se desplaza también toda la dimensión sacrificial que el
compromiso militante entraña. No aparecen en el relato las reuniones infinitas
ni las noches de desvelo. Las madrugadas escribiendo volantes, los días
volanteando, pintando y pegando carteles (en rigor aparece un “troskito” con
una cinta adhesiva y unos volantes que ni de lejos parece haber pegado un
afiche en su puta vida) o pasando a hablar por todos los putos cursos de cada
turno. La movilización a marchas, asambleas, actos. El trabajo de extensión con
tareas comunitarias en los barrios… Pareciese que todo eso va en piloto
automático. No están presentes la resignación de la vida personal, del tiempo
de ocio o el relegarle tiempo a las amistades o la propia pareja. Lo único, lo
importante, es la rosca…
Otras tantas
muestras del desconocimiento van desde los discursos de asamblea que si bien
tienen aires a cierta retórica posible, están bastante lejos de los tópicos
aludidos mas comúnmente (ya a esta altura bastante estereotipados para que
puedan ser perfectamente capturados por cualquiera habitúe) así como del
énfasis histriónico en el que los oradores universitarios superan a cualquiera
de estos actores. De las supuestas vinculaciones con el Gobierno que dicho sea
de paso, es retratado infinitamente mas conocedor de la realidad política
universitaria, de lo que cualquier gestión de gobierno podría llegar a pescar,
además de endilgarle pretensiones irrisorias para un Estado como el manejo del
laboratorio, currito privado de las cátedras por antonomasia...
Revisando
artículos encontré algunas observaciones como la de los compañeros de MU que
hablan de la obra como la película que "desmonta el modo de hacer
política en democracia" (¿?). Por lo menos no en la universidad adonde
lo ideológico y lo discursivo siguen siendo el principal catalizador de la
cultura militante estudiantil que se pueden arrogar el conjunto de los
caucásicos sobrealimentados que gozan el privilegio de una universidad publica
financiada por el sudor del Pueblo trabajador, (lo cual también viene a dar
cuenta del nivel masturbatorio y endogámico de las discusiones políticas en la
burbuja académica de hoy día). Si coincidiré con ellos en el oído fino que el
director a tenido para con la expresión “esto es política” que resuena
contundentemente tres veces en el film. Me parece por lejos el acierto de la
película el retomar ese latiguillo que efectivamente funciona de modo cotidiano
como clausura y polisémico justificativo para cualquier cosa.
Otra cosa que
también acecha buena parte de la película es el fantasma del peronismo,
fenómeno ineludible si en estas latitudes uno quiere aproximarse a la política
y la verdad es que después de muchas sensaciones ambiguas encontré en un
párrafo de la reseña que desde La
Otra se hizo en ocasión de la cobertura del Baficci, una caracterización
impecable: “… la negación del peronismo como actor de la política argentina.
Los peronistas carecen de identidad propia, pueden pasar de partido en partido
y de cargo en cargo, pero además son los otros, los no nombrados, los no
representados. Sin ningún pudor, la voz del peronismo es puesta en personajes
que, en el mejor de los casos, admiten con sorna haber sido durante tres horas
peronistas. ¿Es menor que el discurso del 1º de mayo de 1974, en el cual Perón
calificó de idiotas e imberbes a los Montoneros, sea dicho por un militante de
la agrupación de centro izquierda? ¿O qué la marcha peronista sea cantada como
cierre de una borrachera entre dos supuestos izquierdistas que apenas rozaron
al movimiento? No lo es. La desapropiación de su voz al peronismo, el traslado
del enunciador sin modificar el enunciado, lo vacía de contenido, lo dispara a
un lugar de la estética alejado del sentido político. He aquí una operación
calculada, que remite ciertamente a las otras intervenciones políticas del
grupo en que podemos inscribir a Mitre.”
Finalmente, de actuaciones brillantes y una estética de ameno decadentismo, pero que bajo la pretensión de aproximarse a un fenómeno tan complejo, delicado y al mismo tiempo concreto y contundente como la política universitaria, no para de hacer agua. Trabajar con la sospecha de lo peor es su estrategia mas atractiva y certera a la hora de cosechar elogios del snobismo vernáculo, aun a riesgo de envenenar irresponsablemente un mundo que ni por lejos esta habitado por santos, pero cuyas motivaciones y gramáticas de funcionamiento son muy otras que las que aquí se retratan, mas desde el prejuicio que desde el desconocimiento. Y es que es a fuerza de impostar la testimonialidad sobre “las corruptelas” es que esto que podría ser apenas una cinta ágil y entretenida se convierte en la película más sobrevalorada del año.
Finalmente, de actuaciones brillantes y una estética de ameno decadentismo, pero que bajo la pretensión de aproximarse a un fenómeno tan complejo, delicado y al mismo tiempo concreto y contundente como la política universitaria, no para de hacer agua. Trabajar con la sospecha de lo peor es su estrategia mas atractiva y certera a la hora de cosechar elogios del snobismo vernáculo, aun a riesgo de envenenar irresponsablemente un mundo que ni por lejos esta habitado por santos, pero cuyas motivaciones y gramáticas de funcionamiento son muy otras que las que aquí se retratan, mas desde el prejuicio que desde el desconocimiento. Y es que es a fuerza de impostar la testimonialidad sobre “las corruptelas” es que esto que podría ser apenas una cinta ágil y entretenida se convierte en la película más sobrevalorada del año.
Decir que no entiendo nada de cine y de peliculas pero seria unteresante hacer una pelicula desde los militantes
ResponderEliminarPepe
coincido.
ResponderEliminarLo de actuaciones brillantes era irónico?, porque a mi por momentos me parecieron dignas de un premio caca revelación 2011.
olivia.
¿Una pelicula hecha por la militancia estudiantil? mmm… Una hecha por la izquierda podría resolverse en el siguiente storyline: “El crecimiento desmedido de la “izquierda” independiente amenaza con desplazar al PO de la fotocopiadora del CBC, los aguerridos trotskos deberán resistir el duro embate del marketing independientoso contra la revolución del proletariado internacionalista.” Y se llamaría “Todo por un Toner”.
ResponderEliminarOtra podría ser en clave K y allí trabajaríamos un registro de comedia universitaria tipo American Pie, en donde los muchachos de la Campora hacen diablurtas depilando gorilas y secuestrando profesores para disfrazarlos de pinguinos…
La de la franja no me la imagino por que los radichet5as son tan amargos que no se…
Gracias por pasarte Pepe.
Eterna Olí, lo de las actuaciones no lo dije en joda. Mas allá de la impresión por el parecido con tu hermano que el primer actor te genera, no le podes negar que se maneja con una economía gestual muy verosímil. Otro tanto para Acevedo, un poco mas impostado, pero cumplidor. Estoy esperando esa cervecita para coronar la velada fílmica interruptus.
nunca leo nada. se me cruzan todas las palabras
ResponderEliminarUn lujo volver a tenerla por aca, aunque sea de modo tan esporadico y despersonalizado... Nuevamente alegre de saberla viva, lerecuerdo que tengo unos churros agendados por alli...
ResponderEliminarEn algo no estoy en desacuerdo con la película, "C) Se ingresa a la militancia universitaria para garchar.", ante todo hay que reconocer que la mayoría de las militantes están muy buenas, y si no es el fin último, es al menos el primero en algunos casos. Particularmente en agrupaciones de izquierda TN (izquierda "independiente"). Coincido con el post, salvo por el hecho de que ocasión se escribe con s y con acento, por lo demás estoy de acuerdo, en algún punto la película intenta reflejar el snobismo detrás de ciertos sectores de militancia, aunque exagere poniendo a todos en la misma bolsa, Aplicado a cierto sector de la izquierda militante, no está tan mal representado. Las generalizaciones endocéntricas, siempre terminan así. Por otra parte, la falta de definición estructural que tiene el peronismo, por el mismo hecho de ser el unico verdadero movimiento de masas de la argentina, es la que propicia el advenimiento de personas que intenten vaciarlo. Estos fisicos sociales son así, como no tienen contenido ellos, intentan vaciar el contenido de lo que está alrededor, para recuperar el "equilibrio". Como todo, no pinta realidades inexistentes, sino que focaliza en aquello que existe pero no es lo importante.
ResponderEliminarNo sé de esta película, pero al actor retratado en la foto, el de la camperita verde y remera gris, aparece en la promoción de un sitio porno gay argentino, de pie, mientras un muchachito le hace favores orales... Se ve que hay que parar la olla de cualquier manera...
ResponderEliminarJorge
ResponderEliminarMal redactado y con muchos errores de ortografía