jueves, 13 de octubre de 2011

El Estudiante: O no hay quedar por el pito mas de lo que el pito vale



Al enterarme de una película con eje en la política universitaria y cuyo principal escenario era mi propia Facultad, me abstuve de leer comentarios de la critica especializada que pudieran sesgar mi mirada sobre el film, e intente reiteradas veces asistir a su proyección ante la singular sorpresa de encontrarme con la taquilla completamente agotada. Evidentemente otro hallazgo de la película es montarse sobre una temática que garantiza un nicho de mercado cautivo tan extenso como la matricula de la Facultad de sociales y aledañas... Ya algo tardíamente di con mi función y constate como mis expectativas se iban desmoronando.
La cinta no es sobre la militancia, tema tan mentado por estos extraños y afortunados días que nos tocan vivir, sino sobre las afiebradas fantasías a las que el cualunquismo mediopelaje trata de reacomodarse desde el naufragio de la vulgata antipolítica pre 2001 que alimento la épica del “que se vallan todos”. En tiempos en los que militancia y compromiso ya han dejado de ser palabras pronunciadas con pudor para reinscribirse en una dinámica de recuperación de la política como herramienta de transformación, la película podría, legítimamente, interrogarse por: El grado de alienación que la practica militante genera. La subcultura y los microclimas que en los colectivos políticos se producen. Los limites éticos en las estrategias de posicionamiento, acumulación y disputa de poder. La paulatina y quizá conflictiva instrumentalización de las relaciones interpersonales para finalidades políticas... En lugar de esto el relato se limita a hacer una aproximación, no sin bastante mala leche, sobre lo que se sospecha que en definitiva la política encubre. Ilustra y ratifica de modo más o menos ágil y llevadero que A) La política es el mundo de los negocios y la traición B) En la universidad los militantes no estudian. C) Se ingresa a la militancia universitaria para garchar. Es decir que tematiza afirmativamente todos y cada uno de los lugares comunes del mas anquilosado repertorio del sentido común doñarosista.
Decia Santiago Mitre, su realizador, en Tiempo Argentino “Es un relato básico bastante universal: la historia de alguien que llega a un lugar que desconoce, entra en contacto con una serie de reglas que va aprendiendo y va ascendiendo en esa estructura, hasta verse enfrentado a una decisión final (…) Hace poco escribieron en un medio norteamericano que el protagonista era “una especie de Anakin Skywalker universitario”. Claro, los gringos que se fascinan con “la participación política en la universidad” que no se centra en partuzas defraternities conocen bastante de cerca como se estructura un relato etnocéntrico. El dispositivo de enunciación introduce a la audiencia en los universos a los que se intentas abrevar a través de la figura de un outsider. Así es como Hooliwood narra El Salvador o Panama, con un periodista yanqui llegando pa ver que pasa y que finalmente termina protagonizando el proceso. Del mismo modo que Okupas en estas latitudes nos introducía en el submundo de la exclusión en la figura de Rodrigo de la Serna, un joven palermitano emprendiendo una aventura marginal. En Tumberos teníamos un abogaducho de clase media que de pronto descubría los horrores de la cárcel. El mecanismo es descubrir este universo novedoso a través de la empatia con el protagonista. Aquí Roque es un joven del interior que llega para estudiar, se aloja en una pensión, se enamora de una profesora y zas! Esta lo convierte en un temerario operador político, no necesariamente en un militante…
Curiosamente, y a pesar de su proximidad fonética, poca gente repara en la familiaridad entre la palabra militancia y milicia. Esta disociación es entendible en un país como el nuestro en el que la vinculación entre las FF AA y la vida política del mismo ha sido aborrecible. Sin embargo el termino latino miles que luego es retomado para la practica política moderna, originalmente designa justamente eso, un ejercito. La militancia no es otra cosa que la organización (etimológicamente: en línea o en fila) a través de la cual se confronta. ¿A que voy con esta digresión? Si bien hoy en día, neoliberalismo mediante, han proliferado discursos postmodernos que hablan de “militantes de la vida” para designar a librepensadores bien intencionados que pueden ser propaladores de ideología sin que esto cristalice necesariamente en ningún tipo de organización colectiva. Así, el presupuesto sobre la militancia es que esta se ejerce necesariamente en una organización o colectivo desde el cual se apuntala un proyecto político. En la película sinembargo, la política es retratada como una carrera individual en el ceno de una “comunidad de intereses”, en la que la traición parece la única regla invariante. Esta tesis que motoriza toda la historia es de una ingenuidad pasmosa, no por que en el mundo político no sea también, como acaso en buena parte del mundo que habitamos, sitio de individualismo y mezquindades. Sino por que la acumulación y ejercicio de la política implica necesariamente la movilización de fuerzas sociales que solo pueden generarse mediante la articulación de la organización colectiva. Es decir se ejerce mediante agrupamientos humanos, que en ningún caso resistirían el constate trafico de prebendas personales (como los que en el film se retratan) sino que en todo caso las “traiciones” o acuerdos (siempre “frágiles y coyunturales”) se establecen entre agrupamientos y facciones con un sentido acaso mas estratégico. Hacer eje, por ejemplo, en la supuesta traición de un dirigente que se pasa a otra agrupación es a las claras no entender como funciona la acumulación política en el claustro estudiantil, que lejos de apreciar candidaturas se da el lujo de votar agrupaciones cual si fueran sendos desarrollos de brandig corporativo. Es en esta situación nebulosa y difícilmente filmografiable, donde la película pierde toda su veracidad, por lo menos para quienes conocemos de cerca la dinámica política institucional de la universidad.

Pero en tren de este mismo recorte (Roque es retratado casi exclusivamente rosqueando y garchando) es que se desplaza también toda la dimensión sacrificial que el compromiso militante entraña. No aparecen en el relato las reuniones infinitas ni las noches de desvelo. Las madrugadas escribiendo volantes, los días volanteando, pintando y pegando carteles (en rigor aparece un “troskito” con una cinta adhesiva y unos volantes que ni de lejos parece haber pegado un afiche en su puta vida) o pasando a hablar por todos los putos cursos de cada turno. La movilización a marchas, asambleas, actos. El trabajo de extensión con tareas comunitarias en los barrios… Pareciese que todo eso va en piloto automático. No están presentes la resignación de la vida personal, del tiempo de ocio o el relegarle tiempo a las amistades o la propia pareja. Lo único, lo importante, es la rosca…
Otras tantas muestras del desconocimiento van desde los discursos de asamblea que si bien tienen aires a cierta retórica posible, están bastante lejos de los tópicos aludidos mas comúnmente (ya a esta altura bastante estereotipados para que puedan ser perfectamente capturados por cualquiera habitúe) así como del énfasis histriónico en el que los oradores universitarios superan a cualquiera de estos actores. De las supuestas vinculaciones con el Gobierno que dicho sea de paso, es retratado infinitamente mas conocedor de la realidad política universitaria, de lo que cualquier gestión de gobierno podría llegar a pescar, además de endilgarle pretensiones irrisorias para un Estado como el manejo del laboratorio, currito privado de las cátedras por antonomasia...
Revisando artículos encontré algunas observaciones como la de los compañeros de MU que hablan de la obra como la película que "desmonta el modo de hacer política en democracia" (¿?). Por lo menos no en la universidad adonde lo ideológico y lo discursivo siguen siendo el principal catalizador de la cultura militante estudiantil que se pueden arrogar el conjunto de los caucásicos sobrealimentados que gozan el privilegio de una universidad publica financiada por el sudor del Pueblo trabajador, (lo cual también viene a dar cuenta del nivel masturbatorio y endogámico de las discusiones políticas en la burbuja académica de hoy día). Si coincidiré con ellos en el oído fino que el director a tenido para con la expresión “esto es política” que resuena contundentemente tres veces en el film. Me parece por lejos el acierto de la película el retomar ese latiguillo que efectivamente funciona de modo cotidiano como clausura y polisémico justificativo para cualquier cosa.
Otra cosa que también acecha buena parte de la película es el fantasma del peronismo, fenómeno ineludible si en estas latitudes uno quiere aproximarse a la política y la verdad es que después de muchas sensaciones ambiguas encontré en un párrafo de la reseña que desde La Otra se hizo en ocasión de la cobertura del Baficci, una caracterización impecable: “… la negación del peronismo como actor de la política argentina. Los peronistas carecen de identidad propia, pueden pasar de partido en partido y de cargo en cargo, pero además son los otros, los no nombrados, los no representados. Sin ningún pudor, la voz del peronismo es puesta en personajes que, en el mejor de los casos, admiten con sorna haber sido durante tres horas peronistas. ¿Es menor que el discurso del 1º de mayo de 1974, en el cual Perón calificó de idiotas e imberbes a los Montoneros, sea dicho por un militante de la agrupación de centro izquierda? ¿O qué la marcha peronista sea cantada como cierre de una borrachera entre dos supuestos izquierdistas que apenas rozaron al movimiento? No lo es. La desapropiación de su voz al peronismo, el traslado del enunciador sin modificar el enunciado, lo vacía de contenido, lo dispara a un lugar de la estética alejado del sentido político. He aquí una operación calculada, que remite ciertamente a las otras intervenciones políticas del grupo en que podemos inscribir a Mitre.”


 Finalmente, de actuaciones brillantes y una estética de ameno decadentismo, pero que bajo la pretensión de aproximarse a un fenómeno tan complejo, delicado y al mismo tiempo concreto y contundente como la política universitaria, no para de hacer agua. Trabajar con la sospecha de lo peor es su estrategia mas atractiva y certera a la hora de cosechar elogios del snobismo vernáculo, aun a riesgo de envenenar irresponsablemente un mundo que ni por lejos esta habitado por santos, pero cuyas motivaciones y gramáticas de funcionamiento son muy otras que las que aquí se retratan, mas desde el prejuicio que desde el desconocimiento. Y es que es a fuerza de impostar la testimonialidad sobre “las corruptelas” es que esto que podría ser apenas una cinta ágil y entretenida se convierte en la película más sobrevalorada del año.

8 comentarios:

  1. Decir que no entiendo nada de cine y de peliculas pero seria unteresante hacer una pelicula desde los militantes
    Pepe

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  2. coincido.
    Lo de actuaciones brillantes era irónico?, porque a mi por momentos me parecieron dignas de un premio caca revelación 2011.
    olivia.

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  3. ¿Una pelicula hecha por la militancia estudiantil? mmm… Una hecha por la izquierda podría resolverse en el siguiente storyline: “El crecimiento desmedido de la “izquierda” independiente amenaza con desplazar al PO de la fotocopiadora del CBC, los aguerridos trotskos deberán resistir el duro embate del marketing independientoso contra la revolución del proletariado internacionalista.” Y se llamaría “Todo por un Toner”.
    Otra podría ser en clave K y allí trabajaríamos un registro de comedia universitaria tipo American Pie, en donde los muchachos de la Campora hacen diablurtas depilando gorilas y secuestrando profesores para disfrazarlos de pinguinos…
    La de la franja no me la imagino por que los radichet5as son tan amargos que no se…
    Gracias por pasarte Pepe.

    Eterna Olí, lo de las actuaciones no lo dije en joda. Mas allá de la impresión por el parecido con tu hermano que el primer actor te genera, no le podes negar que se maneja con una economía gestual muy verosímil. Otro tanto para Acevedo, un poco mas impostado, pero cumplidor. Estoy esperando esa cervecita para coronar la velada fílmica interruptus.

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  4. nunca leo nada. se me cruzan todas las palabras

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  5. Un lujo volver a tenerla por aca, aunque sea de modo tan esporadico y despersonalizado... Nuevamente alegre de saberla viva, lerecuerdo que tengo unos churros agendados por alli...

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  6. En algo no estoy en desacuerdo con la película, "C) Se ingresa a la militancia universitaria para garchar.", ante todo hay que reconocer que la mayoría de las militantes están muy buenas, y si no es el fin último, es al menos el primero en algunos casos. Particularmente en agrupaciones de izquierda TN (izquierda "independiente"). Coincido con el post, salvo por el hecho de que ocasión se escribe con s y con acento, por lo demás estoy de acuerdo, en algún punto la película intenta reflejar el snobismo detrás de ciertos sectores de militancia, aunque exagere poniendo a todos en la misma bolsa, Aplicado a cierto sector de la izquierda militante, no está tan mal representado. Las generalizaciones endocéntricas, siempre terminan así. Por otra parte, la falta de definición estructural que tiene el peronismo, por el mismo hecho de ser el unico verdadero movimiento de masas de la argentina, es la que propicia el advenimiento de personas que intenten vaciarlo. Estos fisicos sociales son así, como no tienen contenido ellos, intentan vaciar el contenido de lo que está alrededor, para recuperar el "equilibrio". Como todo, no pinta realidades inexistentes, sino que focaliza en aquello que existe pero no es lo importante.

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  7. No sé de esta película, pero al actor retratado en la foto, el de la camperita verde y remera gris, aparece en la promoción de un sitio porno gay argentino, de pie, mientras un muchachito le hace favores orales... Se ve que hay que parar la olla de cualquier manera...

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  8. Jorge

    Mal redactado y con muchos errores de ortografía

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